Recuerdo cuando era niña, adolescente y mis primeros años de juventud, que me daba miedo estar sola y mucho más cuando estaba en silencio. El silencio junto con la soledad hacía que mi mente creara historias que me asustaban y no me permitían estar tranquila. Incluso, estudiaba y leía en voz alta para escucharme en las noches cuando tenía que acostarme tarde y todos estaban descansando.
Vivía con mis cuatro hermanos, mi mamá, mi papá y mi abuelita materna, me acostumbre a nunca estar en silencio, era muy extraño que yo estuviera sola en mi casa, a excepción de que todos saliéramos juntos a alguna actividad familiar, de lo contrario siempre había alguien. Recuerdo que de adolescente había un programa de radio que transmitían en las noches y lo que hacía era sentarme en la sala, con las luces apagadas y escuchando el programa, esto era lo más tranquilo, en soledad y en silencio que me permitía en esos momentos y por supuesto, sabía que el resto de mi familia estaba en la casa.
Cuando iba en mi carro tenía que ir escuchando la radio, si estaba sola en la casa encendía el televisor, si caminaba tenía que llevar audífonos, siempre tenía la necesidad de silenciar mis pensamientos.
No me permitía estar en silencio, me daba miedo estar conmigo misma, escucharme y darme cuenta de mis pensamientos. No soportaba el silencio absoluto, era como encontrarme con un enemigo que podía hacerme cualquier cosa que mi mente le permitiera. Siempre tenía que estar escuchando algo para sentirme “acompañada”.
El don de la escucha se basa justo en la capacidad de una profunda y contemplativa atención, a la cual el ego hiperactivo ya no tiene acceso.
La sociedad del Cansancio – Byung-Chul Han.
Cuando me casé y empecé a vivir sola con mi esposo, fue sumamente extraño para mí, no escuchaba ruidos dentro de la casa, no escuchaba conversaciones en todo momento. Al inicio, debo reconocer, que fue muy aterrador estar sola en mi casa cuando mi esposo no estaba, me sentía insegura y mis pensamientos no eran muy amigables conmigo. Y aun así decidí permitirme disfrutar del silencio y de la soledad.
Poco a poco empecé a darme cuenta de que el silencio me daba algo que nunca había tenido antes: privacidad y calma. Empecé a ver al silencio como una necesidad, como una forma de desconectarme y volver a reconectar conmigo misma, el silencio se convirtió en un estado de paz, calma y en donde puedo sentirme segura para estar conmigo misma y disfrutar sin ruidos que me quiten mi estado de tranquilidad.
Estando en silencio pude darme cuenta de que una de las cosas por las que me daba miedo, era porque no me conocía, no sabía cómo era estar conmigo misma, no estaba acostumbrada a conversar conmigo. Estando sola, he podido descubrirme, conocerme y más allá de que me gusten o no mis pensamientos, lo más importante es que he aprendido a disfrutar de mi compañía. En silencio y en soledad, he conocido mis sombras, me he enfrentado a heridas que por mucho tiempo había ignorado, he aprendido de mis emociones, escucho a mi voz interna, en silencio puedo llorar o reír sin inhibir mis sentimientos y puedo tomar decisiones después de una amena conversación conmigo misma. A esta conversación la llamo “yo con yo”, incluso tengo un chat para compartirme mis ideas, mis notas, mis sentimientos o simplemente enviarme un mensaje agradable para mí. ¿Vos hacés esto?
No voy a negar que siempre brinco de alegría cuando estoy en silencio, aun hay momentos en que me da mucho miedo la soledad, lo cual, quiero dejar en claro, que es muy diferente a sentirme sola, porque sentirme sola implica que aun estando entre otras personas, no logro estar conectada con ellas. Como decía, aun en ocasiones el silencio me asusta, mi mente me hace malas jugadas y me desmotiva o hace que me mi voz interna sea cruel conmigo. El vacío y esa ausencia de ruido me atormenta con ideas frías, fuertes y hasta llenas de dolor.
Socialmente el silencio ha sido señalado muchas veces como algo negativo, como una señal de que una persona está enojada, triste, ofendida o ausente. Y hasta pensamos que el silencio es peligroso y perturbador, lo dijo porque yo lo pensaba así, antes de disfrutarlo.
Nunca está nadie más activo que cuando no hace nada, nunca está menos solo que cuando está consigo mismo
La sociedad del Cansancio – Byung-Chul Han.
Amo haber descubierto el valor del silencio y dejar de huir de él. Me ha permitido conectarme conmigo, conocerme, iniciar mi proceso de sanación, descubrir y diseñar mis anhelos, me ha permitido trabajar mi aceptación y mi “ser yo misma”. El silencio me ha dado momentos de dolor y alegría y todo lo agradezco, lo disfruto y lo vivo.
Esta semana tuve la oportunidad de conversar en un live con Eliana de Espacios de Soledad, acerca del silencio. Te comparto el enlace para que disfrutés de esta conversación: Hablemos de Silencio.
¿Cuándo fue la última vez que estuviste en silencio? Hoy te invito a practicar el silencio, iniciá con tiempos pequeños, con un minuto es suficiente para empezar a conectarte y darte cuenta del mundo tan maravilloso que se puede encontrar estando en silencio.
Contame si podés y si te gusta o no estar en silencio. Te leo en los comentarios.
Nos vemos y gracias por leerme.