Desde hace algunos años inició una moda de estar siempre feliz, de querer estar bien a toda costa y nos venden la idea del TENER QUE estar felices todo el día y ser personas optimistas. ¿Cómo usás el optimismo? Lo usás como herramienta de apoyo para momentos difíciles o más bien se ha convertido en el escape perfecto para evadir emociones como la tristeza o la frustración.
Las emociones ocurren,
no es cuestión de que decidir qué siento o no siento ante una determinada situación.
No confundamos la idea de ser personas optimistas, con la obligación de TENER QUE estar felices todo el tiempo, lo cual es muy difícil de lograr, porque somos seres con pensamientos, sentimientos y que cada día vivimos una experiencia de vida que en ocasiones nos coloca en situaciones de dolor, duda, frustración, tristeza, miedo, enojo. Las emociones ocurren, no es cuestión de que decidir qué siento o no siento ante una determinada situación, por lo tanto, es necesario sentirlas y gestionarlas para no acumularlas en nuestro corazón.
Se vale llorar, se vale estar muy triste, se vale enojarse y sentir cada emoción que sentimos.
Muchas veces escuchamos “consejos” como: no llorés por eso, no vale la pena estar triste por esa persona, hay que estar siempre positivos, no dejés que el estrés te maneje, mantené la dieta que es por tu bien, era lo mejor, tenés que estar bien, y podría seguir mencionando más consejos como estos. Y aunque estos consejos generalmente nos los dan con la mejor intensión, lo que hacen es incrementar nuestras emociones de dolor, porque por un lado tenemos la tristeza de lo que nos está pasando y, por otro lado, sentimos la obligación y la presión del TENER QUE estar bien y fingir una sonrisa en la cara. Y si algo he aprendido en los últimos tiempos es que ESTÁ BIEN NO ESTAR BIEN. Se vale llorar, se vale estar muy triste, se vale enojarse y sentir cada emoción que sentimos.
Que importante es permitirnos sentir nuestras emociones, desde las más felices hasta aquellas que nos ponen en lugares de dolor, no caigamos en la trampa del TENER QUE ser personas excesivamente optimistas, llegando al punto de cegarnos y negar nuestros sentimientos fingiendo una felicidad que nos deja en desventaja emocional. Una falsa felicidad, pretendiendo hacernos quedar bien ante los demás, pero que nos aprieta el corazón y no nos permite demostrar lo que realmente estamos sintiendo.
El dolor, el enojo o la tristeza no desaparecen por acto de magia, es importante canalizarlo y gestionarlo para que pueda salir y de una manera sana nos sintamos bien. Utilicemos el optimismo como una herramienta que nos recuerda que podemos estar bien después de los momentos fuertes y dolorosos.
No nos forcemos a NO sentir emociones difíciles y dolorosas, el querer estar bien, de una manera consciente, no nos hace tener que evitar estas emociones, porque lo único que conseguiremos es intensificarlas y aumentar el dolor. Si nos aferramos a la idea de no querer estar mal, es cuando podemos caer en el optimismo tóxico, cuando nos colocamos en una situación de forzar el TENER QUE estar bien y oprimir los sentimientos.
Se vuelve maravilloso poder experimentar la felicidad cuando realmente la sentimos desde nuestro corazón, de una manera genuina, sin presiones y sin tener que fingirla. La felicidad llega después de haber pasado por la oscuridad de las emociones difíciles, después de entender que podemos estar mal y que podemos sentir cada dolor que la vida nos traé para vivir. Dejemos de fingir que todo está bien cuando en el fondo no es cierto, es válido estar mal y sentirse mal. Entendamos que estar felices no es una obligación, es un sentimiento, dejemos de esconder lo que sentimos por quedar bien ante los demás.
RECORDEMOS:
ESTÁ BIEN NO ESTAR BIEN.
En ocasiones, me forzaba a estar bien y mostrarme como una persona optimista en todo momento y eso me trajo mucho dolor y sentimientos de culpa, abandoné mis propios sentimientos para enfocarme en poner la mejor sonrisa en mi cara, pensaba que de esa manera lograría estar feliz. Hasta que un día entendí que la felicidad no se trata solo de pensar en positivo, se trata de vivir y sentir cada emoción y cada momento, se viven los momentos de dolor y los momentos de felicidad porque cada uno aporta una cuota a nuestro estado de paz y tranquilidad.
Me considero una persona feliz y optimista y ahora lo puedo decir desde el corazón, desde un lugar donde realmente entiendo que ser una persona optimista y feliz no me obliga a ocultar o reprimir las emociones difíciles o dolorosas, por el contrario, me permite vivir al máximo cada momento que mi vida experimenta, sentirlo sin esconderlo ni de mí ni de los demás.
La luz necesita la oscuridad para poder brillar.
Hoy te invito a reflexionar sobre la idea del TENER QUE estar bien y caer en ese optimismo tóxico que muchas veces envenena nuestros sentimientos. ¿Te permitís sentir cada emoción o las escondés? Contame…